De las olas y el servicio
Muchas veces cuando somos chicos, vemos el mar con mucho miedo y por momentos
nos dá pánico el ver la magnitud de sus olas. Luego vamos creciendo y
aprendemos a disfrutarlo, incluso, muchos aprendemos a correr olas y
necesitamos olas más grandes y más largas, disfrutamos la adrenalina y la
convertimos en placer absoluto.
Pero a pesar de nuestra experiencia y de nuestra práctica de la nada aparece una ola inesperada que nos vuelve a recordar nuestros primeros días aprendiendo, con la pequeña diferencia que ahora sabemos que con calma y con inteligencia saldremos a la superficie otra vez.
Pero a pesar de nuestra experiencia y de nuestra práctica de la nada aparece una ola inesperada que nos vuelve a recordar nuestros primeros días aprendiendo, con la pequeña diferencia que ahora sabemos que con calma y con inteligencia saldremos a la superficie otra vez.
Bahía de Acapulco
Pues lo mismo nos sucede en la línea de servicio,
recuerdo la primera vez que le cante una comanda a la brigada de cocina, yo era
aprendiz, mientras pasaba a dejar un platillo a la barra de servicio y el chef
estaba dando una indicación en la estación de carnes, sonó la impresora y quedé
frente al ticket, lo primero que pasó por mi cabeza fue salir de ahí rápidamente
para que el chef cantara la orden, pero en cambio escuché su voz enérgica
diciendo: "Cántala tú".
Tengo todavía muy claro ese recuerdo en mi memoria. Me di la media vuelta y vi a toda la brigada mirándome, esperando la orden de los platillos, mientras me di cuenta que las manos me empezaron a transpirar, tome aire, me acerqué al micrófono y dije: “Trabaja de primer tiempo unos pinchos de caracol, de segundo tiempo dos ensaladas Niçoise y de tercer tiempo un pato y un turbot”
En menos de un un segundo escuché al unisonó la voz de toda la brigada "Trabajaaaa". Sonaba como un ejército embravecido, pero en ese momento para mí fue un coro celestial.
Tengo todavía muy claro ese recuerdo en mi memoria. Me di la media vuelta y vi a toda la brigada mirándome, esperando la orden de los platillos, mientras me di cuenta que las manos me empezaron a transpirar, tome aire, me acerqué al micrófono y dije: “Trabaja de primer tiempo unos pinchos de caracol, de segundo tiempo dos ensaladas Niçoise y de tercer tiempo un pato y un turbot”
En menos de un un segundo escuché al unisonó la voz de toda la brigada "Trabajaaaa". Sonaba como un ejército embravecido, pero en ese momento para mí fue un coro celestial.
Fui rápidamente a mi área y el chef tomo su lugar
nuevamente. Recuerdo que seguí trabajando toda la noche con una gran sonrisa en
la cara.
Ahora después de tantos años y de haberme ganado con mucho esfuerzo mi lugar de chef, todavía hay turnos en los que me llegan grandes olas inesperadas, días que se supone son calmados y decides darle descanso a parte de tu brigada y que de pronto, como una ola que sale de la nada tienes el restaurante lleno hasta el tope y con una larga lista de espera, pero con la experiencia sabes que con calma e inteligencia saldrás a la superficie.
“Todo muy rico chef”. "Todo excelente mi chef"
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